Los cerditos tienen mejores amigos. Crean lazos que duran toda la vida, se acompañan en cada momento y por las noches, se acuestan uno al lado del otro para darse amor y compañía.
Las vacas son muy emocionales. Cuando algo las hace felices, corren y saltan por todos lados. Les encanta el cariño, que les rasquen el cuello, la cabeza y el mentón. Si eres su amiga del alma, te abrazan con su largo cuello y ponen su cabeza en tu regazo, buscando caricias.
Las cabras son juguetonas, muy inteligentes y tremendamente sensibles. Cuando te quieren, no se cansan de pedir cariño, atención y buscan jugar contigo.
Cada una tiene una personalidad única, pero tienen en común su amor por la paz y la tranquilidad. No las une el instinto, las une el amor. Son una gran familia, y cuando te invitan a ser parte, te enamoras. Tu vida puede cambiar.
Para la ley son solo cosas, para muchas personas son solo comida y para los criadores, no son más que kilos de carne, litros de leche o cajas de huevos que vender.
Ante esta realidad, el Santuario Igualdad ofrece un lugar seguro donde los sobrevivientes a este maltrato y explotación, pueden vivir el resto de sus vidas en paz, sin miedo, protegidos y cuidados. Cada animal tiene un mundo interior que se rompe ante la violencia, pero con atención, respeto y amor, ayudamos a sanar.
El Santuario Igualdad está en El Monte, a las afueras de Santiago de Chile. Es un lugar muy especial porque allí, un par de humanos se propuso construir un espacio seguro para proteger las vidas de vacas, cabras, ovejas, cerditos y aves sobrevivientes a la industria ganadera, al maltrato, abandono y la crueldad.
Estos rescatados son cuidados con dedicación y amor. Son protegidos por guardianes humanos que están a su servicio. Son tratados con respeto, valorados, apreciados. Sus emociones son tomadas en cuenta. Cada rescatado tiene un nombre, una historia de vida, un desarrollo que se acompaña y propicia, y una personalidad única que florece cuando se sienten seguros, queridos e importantes.
Los habitantes del santuario no pueden hablar nuestro idioma, pero tienen mucho que decir. Sus guardianes también son sus traductores, y se preocupan de que su mensaje sea escuchado. Hay un universo por descubrir en el corazón de cada rescatado, que en su maravillosa inmensidad contiene el poder de cambiar el mundo.
Cada vida que el santuario acoge estuvo en peligro. Cada vida que aquí se protege fue traída al mundo para ser explotada, pero en el camino tuvieron la suerte de escapar a su cruel destino y tener una segunda oportunidad.
Los cuidados diarios, la crianza de rescatados huérfanos, el atender a enfermos, la comida, el agua fresca y los entornos limpios son claves para que los rescatados tengan una buena vida.
Proteger es velar porque ningún agente externo sea una amenaza para la vida y la seguridad de los habitantes. Un sentuario debe ser un lugar seguro y eso se tiene que cumplir cada día.